En los últimos milenios, frente al notable papel jugado por el varón como detentador del poder público y social, la mujer se ha visto obligada a practicar un papel postergado e inapreciable: el relegado que las normas sociales le ha adjudicado.
Las ciencias sociales han analizado que en muchos casos las diferencias de género implican diferencias sociales significativas, es decir, desigualdades. Las desigualdades de género pueden limitarse a las costumbres sociales o pueden estar reforzadas por estructuras jurídicas (por ejemplo: las mujeres accedieron al derecho al voto con posterioridad a los varones) e institucionales (escuelas segregadas). Al hablar de desigualdades de género se suele hacer referencia a las discriminaciones sociales de las mujeres.
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